Un nuevo curso comienza. A lo largo del mes de septiembre se van iniciando las diferentes actividades en las parroquias, en las escuelas, en las hermandades, en los movimientos y realidades de Iglesia. El inicio del curso 2022-2023 está marcado fundamentalmente por un gran desafío: la postpandemia. Después de un verano de restricciones energéticas, calor sofocante, incendios por doquier y conflictos armados en diferentes lugares del mundo, la pandemia nos queda un poco lejana, pero sus efectos en la economía y en la sociedad durarán mucho tiempo.
El 2 de diciembre de 2020 se presentó un nuevo libro del papa Francisco: Soñemos juntos. En él reflexiona sobre la crisis del covid-19 y todas sus consecuencias. Quizá nos queda un poco lejano también. Yo lo leí con fruición y en él encontré una hoja de ruta para afrontar la situación que queda en la sociedad después de esta pandemia, tarea que se debe realizar con esperanza y fortaleza, respondiendo a los desafíos que trae consigo para el futuro de la humanidad. A lo largo del texto responde a diferentes cuestiones y problemas candentes tanto en la Iglesia como en la sociedad. Será un buen instrumento para detectar los obstáculos de fondo que dificultan la salida de esta crisis, y para que se convierta en una oportunidad de mejorar el mundo.
El Papa subraya que esta crisis ha puesto de relieve la desigualdad y la injusticia que reinan en nuestra sociedad, y ofrece una crítica lúcida y valiente de las causas que han llevado a la situación actual. A la vez, destaca la fuerza de la solidaridad, la capacidad de recuperación, la generosidad y la creatividad de tantas personas que ponen el corazón y los medios al servicio de los demás, y que se entregan a la tarea de mejorar la sociedad, articulando un sistema económico más justo e intentando salvar la casa común. Por eso exhorta a trabajar para que tanto dolor soportado en este tiempo no sea en vano, sino que saquemos las lecciones pertinentes de cara al futuro.
Ojalá tengamos en cuenta todos estos consejos del Santo Padre y salgamos de esta pandemia mejores de como entramos, más humildes y solidarios, con más confianza en Dios y en los demás, con más ardor evangelizador y pendientes de los más necesitados. No es de extrañar que nos asalten el cansancio y las dudas. Al iniciar este nuevo curso os propongo, una vez más, que recordemos la escena de la pesca milagrosa y las lecciones que de ella se desprenden. Junto al mar de Tiberíades Jesús, una vez terminada la predicación, indica a Pedro que vaya mar adentro y eche las redes. Así lo hace, confiando en su palabra, y se produce la pesca milagrosa.
Confianza es la palabra, es la actitud cuando nos disponemos a iniciar este nuevo curso. La imagen de la pesca nos recuerda la misión de la Iglesia; la experiencia de Pedro también representa la nuestra; pero si es el Señor quien envía, ni nuestras limitaciones ni las dificultades de la misión nos han de atemorizar; al contrario, nos han de ayudar a ser humildes, conscientes de que cuanto más débiles seamos, más se manifestará en nosotros la fuerza de Cristo (cf. 2 Cor 12, 10).
Es la hora de la confianza en el Señor, de abrir el corazón a su gracia y, como Pedro, remar mar adentro y echar las redes. Es la hora de la confianza en las personas con las cuales compartimos el camino, porque no lo hacemos solos, lo recorremos en familia, en comunidad, en Iglesia. El Señor nos sostiene y siempre está a nuestro lado, siempre nos acompaña, y también nos acompaña María Santísima. Queridos hermanos y hermanas, comienza un nuevo curso: ¡Duc in altum!
+ José Ángel Saiz Meneses
Arzobispo de Sevilla